Las condiciones nunca van a ser ideales. Siempre va a haber un pretexto, algo que falta, algo más que preparar o que mejorar antes de tomar acción. Nuestra mente siempre va a protegernos, a generar esa sensación de ansiedad al pensar en hacer cosas desconocidas.
Pero la realidad es que no hay peligro. No hay peligro más allá de lo que se imagina tu cerebro y de los millones de escenarios fatalistas y poco probables que construyes en tu cabeza. No hay peligro, pero siempre habrá un motivo para esperar y posponer eso que supuestamente es tan importante.
La única forma de sobrepasarlo es avanzar, olvidarte del perfeccionismo y del miedo a fallar. La única forma de que las condiciones sean perfectas es haciendo las cosas aunque no lo sean y darte cuenta en el camino que las condiciones son suficientes. Y al final, a pesar de que algunas veces las condiciones ni siquiera sean suficientes, descubrirás que puedes cambiarlas en el camino para hacer que lo sean.