Todos los seres humanos, no sé si otras especies también lo hagan, nos contamos una historia. Relaciones rotas, errores, miedos, preguntas, proyectos que nunca fueron, decepciones… Experiencias que con el tiempo se van acumulando y haciéndose cada vez más pesadas.
Experiencias que, al menos en mi caso, más de una vez han hecho que me quede inmóvil. Detenido en un solo lugar por la mera idea de que cualquiera de ellas se repita. ¿Y qué otra cosa se puede hacer cuando la vida se dedica a enseñarte por medio de golpes?
Pero la realidad es que lo único que no se mueve es aquello que está muerto, aquello que no tiene vida. Así que no hay otra alternativa que tomar todo eso que ha pasado, cargarlo sobre la espalda, respirar y empezar a caminar de nuevo. Caminar confiando en que tu destino está ahí adelante y en que sobrevivirás a lo que sea que suceda en el camino.
Empieza a caminar, aunque lleves cargando esa historia. Lo más probable es que, en algún punto, te preguntes para qué estás cargando todo eso si ya no lo necesitas. Entonces podrás soltarlo y tu camino será más sencillo.